Indicadores de la incertidumbre

Nos adentramos en un mundo fracturado y desacoplado

Se ha dicho hasta la saciedad pero hay que repetirlo: Estados Unidos atraviesa la crisis interna más grave desde su guerra civil. Más de 73 millones de estadounidenses votaron a Trump, Biden no va a controlar las cámaras y es un genuino blandengue del ciego establishment. Así que es posible que el trumpismo continúe sin Trump, como el carlismo sobrevivió a Don Carlos María Isidro dividiendo y desangrando a la sociedad española en tres kafkianas guerras civiles en nuestro siglo XIX. Además de la actualidad del “síndrome Quing” en Estados Unidos, las elecciones han constatado que el Partido Demócrata no tiene nada que proponer al movimiento popular, reaccionario, antiinstitucional y oscurantista, sobre el que ha navegado  Trump y que seguirá ahí.

Y hay que repetirlo porque la situación allá es uno de los indicadores de la incertidumbre global.  En Europa, donde los fenómenos de Estados Unidos nos llegan algunos años después, no parecen haber entendido nada de todo el asunto. Las élites europeas no vieron venir la elección de Trump en 2016, malinterpretaron el Brexit y este año han vuelto a malinterpretar la política de Estados Unidos, dice Alastair Crooke. Han respirado aliviadas por la victoria de Biden y todavía no ven la relación entre la rebelión popular trumpista y las airadas protestas que se producen en Europa en el marco de la pandemia, contra el confinamiento, y contra la miseria y desigualdad (social y entre países) que esta dispara. Mientras tanto, hace ya bastante tiempo que tenemos en Europa una buena colección de movimientos y fenómenos populares reaccionarios en marcha; desde el lepenismo francés hasta los ley y justicia polacos, pasando por los procés y los vox españoles, sin olvidar a sus parientes alemanes, holandeses, austríacos, húngaros, rusos, fineses, escandinavos, griegos o italianos. El trumpismo está instalado entre nosotros pero seguimos mirando a Estados Unidos como otro planeta. Somos los musulmanes de un yihadismo incomprensible.

Los más lúcidos observadores de Estados Unidos -también allá hay bichos raros como el ex embajador Chas W. Freeman- consideran que la actual crisis en su país denota el colapso de la división de poderes, del sistema de controles y contrapesos, y su sustitución por la arbitrariedad y el capricho de un gobierno presidencial a la Calígula, fiscalizado por el complejo militar-industrial-congresual y la influencia extranjera (ciertamente no rusa o china, sino israelí y saudí).

Como el Partido Demócrata en Estados Unidos, la Europa institucional no parece tener nada que proponer a la actual ola de carlismo ultramontano, nada con lo que salirle al paso. Es todo el ensamblaje institucional occidental el que parece inoperante. Se ha mostrado de nuevo impotente e ineficaz ante la pandemia y muestra sus limitaciones, cinismos y defectos. El ocaso de una política ordenada y comprensible en Washington, dice Freeman, “contribuye a la implosión del sistema de normas internacionales creado por los valores de la Ilustración que desembocó en dos siglos de hegemonía occidental”.

 A diferencia de Asia Oriental, en Occidente es imposible planificar a veinte años, a una generación vista. A lo más que se llega es a los quinquenios que imponen los ritos electorales, lo que impide toda estrategia en un siglo precisamente caracterizado por sus retos de ciclo medio y largo, como la crisis climática, el desarme de recursos de destrucción masiva o los grandes movimientos de población en dirección a los oasis sociales y ambientales llamados a convertirse en fortalezas ante la amenaza exterior. Si alguien se atreviera desde el gobierno a enfocar esos asuntos lo único seguro es que perdería las siguientes elecciones. Por eso, la mezcla de capitalismo y democracia inventada por Occidente se desprestigia en el mundo, pero quienes asedian esa contradictoria amalgama -sea desde los gobiernos de las potencias no occidentales, sea desde los movimientos populares– ponen mucho más en cuestión su segundo componente que el primero.

No hay modelos con los que emular, competir o rivalizar. Puede que América suscite lástima o indignación, pero desde luego no esperanza. Respecto a China su ecléctico e incomprensible sistema económico y político carece de todo atractivo fuera de sus fronteras y acaso es únicamente inspirador para dictadores, dice Freeman.

La actitud de Washington de considerar las relaciones internacionales como mera competición y rivalidad entre potencias, contradice la interdependencia global y niega la diplomacia. La Unión Europea es un gigante en potencia pero un impotente en la práctica y no parece que el asunto tenga remedio. Los principios de soberanía nacional y del derecho internacional se violan rutinariamente. Los acuerdos internacionales se incumplen o abandonan y Estados Unidos se retira de las organizaciones internacionales que no puede controlar. “Esta generación de políticos americanos no parece entender que si no estás en la mesa formas parte del menú”: Potencias con aspiración a ejercer una hegemonía regional asoman por doquier ocupando los vacíos que ocasiona el declive gran-imperial.

La clase media occidental se desmoraliza, se pauperiza y se instala en el pesimismo. Y todo eso ocurre cuando se desconoce qué pasará con la pandemia, si su virus continuará azotando y mutando tras las vacunas. Si la inmunidad no es duradera, ¿se convertirá la enfermedad en una compañera duradera de la humanidad…?

 De lo que no hay duda es que nos adentramos en un mundo de incertidumbres bajo el signo de la fractura y el desacoplamiento económico y político. Una humanidad fragmentada que contrasta mucho con la naturaleza, integrada y global, de los retos planetarios que no permiten soluciones particulares o regionales.

(Publicado en Ctxt)

19 opiniones en “Indicadores de la incertidumbre”

  1. En esta ocasión no estoy muy de acuerdo con una parte de la exégesis que de la actual coyuntura hace el Sr. Poch.
    El informe Flyn-Meisenberg (IQ´s de 108 países medidos y validados) explicó hace ya años que el ciudadano medio de Corea, Japón y China tienen un coeficiente intelectual que es superior en un 10% al de los ciudadanos occidentales.

    Esto es tremendo y tiene, además, consecuencias prácticas que también recoge, por ejemplo, la agencia de la ONU que sigue la evolución de los flujos de Propiedad intelectual.
    De este flujo, China es el origen de un 42%, los EEUU de un 19%, Japón de un 10%, Corea de un 6.7% y la UE de un 5.1%. Demoledor y garantiza un futuro bastante peor. Corea tiene 51 millones de habitantes y un sistema educativo duro. Nosotros tenemos un aparcamiento temporal donde el mérito y el esfuerzo son despreciados hasta por nuestros intelectuales de «gauche».

    De hecho es sabido que aquellos países europeos que monitorizan sistemáticamente el Coeficiente Intelectual de sus cohortes –caso de Noruega, por ejemplo– muestran que la inteligencia media va decreciendo.

    Europa no es capaz ni de mirarse al espejo y verse como en realidad es. Se queda embelesada de si misma.
    Todo esto ha pasado desde la segunda guerra mundial y todavía no hay una reflexión colectiva mínimamente objetiva.
    Saludos

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  2. Amic Roman. Al meu modest entendre els «defectes» que atribuïu al «procés», com en dieu, corresponen exactament a l’actitud que pren l’Estat espanyol amb la dissidència i el desig de llibertat de bona part dels ciutadans de Catalunya. Per què no es pot escollir ser lliure, veïns i en pau? Qui imposa què i en nom de quines «raons» (?) sagrades i decimonòniques? Per qué en diuen «unitat» si volen dir «uniformitat»?
    Bé, en tot cas partint del respecte, es pot desitjar la llibertat, perquè això no és Turquia (encara).
    En tot cas, salud, pau i llibertat pee a tothom.

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  3. Benvolgut Antoni, crec que haurieu de reflexionar i rumiar aquest tema amb molta cura. Rafael Poch es una persona entenimentada i el seu punt de vista s’ha de tenir molt en compte inclús sino agrada el que diu. Per a mi també el Processisme és la forma que el populisme adopta a Catalunya. Es una forma menys embogida, menys histerica i fins a cert punt més benigna que el Trumpisme però te moltes coses en comú com per exemple que també ha partit el pais per la meitat, la irracionalitat, el mesianisme, el despreci al diferent («espanyol»), la mitologia nacional, el despreci a les institucions, el despreci als partits, la idealització de «el poble», etc…

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  4. Son curiosas las alusiones al carlismo, algo esencialmente catalán y vasco, nuestras regiones progresistas; un carlismo andaluz es de chiste. ¿Usa y Trump abanderados del futuro? Pero aparte todo parece exagerado y de guiñol: la epidemia, el miedo de encargo, etc. Lo que es un dato claro es la de muchachos que se ahogan tratando de alcanzar nuestra isla «privilegiada». Creo que no es demagogia preguntarse cuántos admitiríamos en nuestro barrio, nuestro insti, nuestra casa, etc. Los japoneses y chinos son muy profilácticos: altas cordilleras y anchos océanos los guardan; confían en los robots, nada de gran sustitución, ni profanación racial. Al final todo llegará a todos.
    El carlismo puede interpretarse como la aprensión de los privilegiados peninsulares a las masas ajenas y no tradicionales. En cierta forma triunfó a modo de compromiso. Veremos.

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  5. Ciertamente, da en el clavo en cuanto el enfoque del asunto. Su envergadura no hace fácil un diagnostico … Se mencionan algunas causas y síntomas, pero … En el mundo actual de la información-tic’s-big data, etc., etc., todos conectados en todo momento y en todo lugar a canales de los poderes surtiéndoles de … Las mentes son más colonizables que nunca. Fenómenos conocidos (y otros ignorados) como el acoso, el bombardeo mediáticopolítico (sin mencionar la inmersión) del procés durante quinquénios o el proyecto de S. Bannon en Europa, son indicio de esas fuerzas que transmiten mensajes que conforman esos “fenómenos populares” (no surgen por arte de birlibirloque). Visualizar esos poderes y esos mensajes es un primer paso para “gestionar” el control remoto. Pero esos poderes germinan porque, además de tener los medios, siembran en tierra, en ambiente fértil. Vamos de crisis en crisis, y éste, además, es un sistema económico no sólo tremendamente injusto y potenciador de la desigualdad (las mismas subidas salariales porcentuales generales se quedan en peccata minuta), sino que va dejando en la estacada cada vez más millones de personas. Ésto junto el cambio climático, los límites del crecimiento, la demografía, el trabajo, los cambios cientificotécnicos, etc. requieren de un cambio socioeconómico radical. ¿Querrán, permitirán los poderes “distribuirse”? Ciertamente, el tratamiento, la terapia, no la alcanzo, pero parece que el cambio de sistema y de valores es condición sine qua non. Y si entretanto, los poderes reaccionarios con su ejercito de medios aprovechan para ir inoculando los valores de un sistema periclitado y, encima, en su nivel más derechista … , el sistema puede ir para mucho peor (para la gran mayoría de los occidentales). Algo hemos de hacer, ¿o esperamos que nos lo impongan? Por eso lo de enfocar el tratamiento. Y éste, parece, debe incidir en reflejar la percepción de la verdad, reflejar la realidad… Además está la vertiente de la interacción de las fuerzas internacionales …

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  6. ¡Muy bueno! Sin embargo, a pesar de reconocer que poco ha cambiado en Estados Unidos y en el mundo con la elección de Biden, creo que ciertamente no hay duda de que fue mejor que mantener una vergüenza como Trump en el poder. Simbólicamente, hay ganancias para mí, y esto es necesario en el sombrío escenario actual. ¿No es una gran hazaña que una mujer negra llegue a la White House? Por eso estoy feliz con estas pequeñas victorias simbólicas, es bueno para el corazón y el alma. No tener que ver a Trump en la televisión y tener que escuchar sus estupidos y peligrosos discursos como el presidente más poderoso del mundo es un gran alivio y una sensación de victoria para mí. Sobre el resto y lo que todavia viene con el nuevo presidente, seguimos atentos y protestando más tarde.

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  7. Vistes les polítiques privatitzadores salvatges aplicades pel front nacional NeoCDCS, ERC, CUP, a tots els ambits de l’administració pública, pero especialment en sanitat i educació, el qualificatiu de populisme reaccionari és una mostra d’encert en l’anàlisi. Recordem la «llei de serveis personals» de ERC i les 800 funcions públiques colocades a l’abast d’empreses clientelars, o les esmenes reaccionaries d’ERC a la LOMLOE.
    Sempre queda el recurs a «l’alliberament nacional», la retòrica de tots els nacionalismes.

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  8. Com és habitual, el comentari és interessant i ajuda a la reflexió sobre el món global.
    Ara bé, al meu modest entendre, posar al mateix sac, enmig d’aquest cúmul de desgràcies reaccionàries, la barbàrie i les mentides del franquisme de Vox i les legítimes aspiracions d’autogovern de Catalunya, (del que anomena «procés» sense cursives, molt discretament) em sembla un error impropi d’un analista polític, perquè, si bé les aspiracions catalanes desestabilitzen l’statu quo actual (cosa, per altra part, com vostè demostra sovint, és absolutament imprescindible!) ho fa amb una mirada de llibertat i pau, per construir un futur que altres neguen, imposant-se per mitjans no precisament pacífics ni democràrics, encara que es disfressin, com solen fer sempre.
    El segueixo amb interès fa temps, però ara estic una mica perplex, pensant que si una realitat que conec la «ventila» amb aquesta lleugeresa estrepitosament errònia, no sé què pensar del que ens comenta de països dels quals no tenim informació immediata, de primera mà.

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  9. Una paradoxa o no, comprovar que tal com hem ajudat a malmetre el clima, la naturalesa, també hem malmès tot allò que hem tocat en política i economia, la darrera ha permès la primera. El gran dubte és, fins on en som conscients els votants i per tant, fins quan deixem que, els nostres representants, malmetin els nostres vots vers les seves parcel·les de poder i les dels seus partits. Certament la pandèmia ens ho ha posat sobre la taula….i ara que…. Canviarem de rumb o sols farem un bordo per esquivar l’escull i seguirem com si res?

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