(Una entrevista de Anna Balcells para el Punt Avui)

(Una entrevista de Anna Balcells para el Punt Avui)

(Una entrevista con Diario Socialista)
En esta entrevista, Rafael Poch-de-Feliu responde a varias interrogantes que están surgiendo sobre la escalada bélica a la que asistimos en el contencioso ucraniano: ¿Por qué y cómo se ha llegado hasta este momento? ¿Qué está sucediendo en el frente? ¿Qué reacciones se están desencadenando dentro de Ucrania y entre las principales potencias del mundo? ¿Donald Trump va a parar la guerra? ¿Qué consecuencias se pueden prever?

(Una entrevista con Gema Delgado para “Mundo Obrero”)
(27 de agosto 2024)

Una entrevista sobre Ucrania y el mundo
(Una entrevista de Jayro Sánchez para el digital «El Resurgir de Madrid»)

El Mar en Crimea. Cuadro de Arjip Kuindzhi, pintor ruso nacido en Mariupol.
Hace casi un año que Rusia invadió Ucrania, pero los expertos en relaciones internacionales afirmáis que el conflicto entre estos dos países se originó mucho antes. ¿Dónde situarías tú su inicio?
En el cierre en falso de la guerra fría. A principios de los noventa se pactó que la retirada soviética del espacio centroeuropeo, la disolución del Pacto de Varsovia y la reunificación alemana, acabarían con la lógica de bloques militares en Europa. El entendimiento general fue que todo eso no sería aprovechado para ampliar el bloque adverso, pero eso fue lo que ocurrió a lo largo de los veinticinco años siguientes. En lugar de la “seguridad continental integrada” firmada en la Carta de París para la nueva Europa de noviembre de 1990, se abrió paso una seguridad europea primero sin Rusia y luego contra Rusia. La OTAN no se disolvió y hoy está junto a las fronteras de Rusia creando las tensiones que justifican su existencia. Obviamente las responsabilidades de este disparate se reparten entre todos los protagonistas, pero la principal es de Estados Unidos, que no quería perder su dominio político-militar en Europa sin el cual su potencia global se resentía considerablemente. En segundo lugar, una Unión Europea germanocéntrica que se ha demostrado geopolíticamente analfabeta e impotente. En tercer lugar, el grupo dirigente ruso que en los noventa primero fue demasiado optimista con Gorbachov por confiar en la buena voluntad de sus interlocutores, luego se centró con Yeltsin en la privatización del patrimonio nacional sobre cualquier otra consideración, hasta que Putin empezó a ordenar las cosas recuperando intereses nacionales rusos y chocando por ello cada vez más con un Occidente que solo preveía un papel subordinado y subalterno para Rusia. Todo esto tiene una larga cronología y un desenlace con el cambio de régimen en Kiev del invierno de 2014 al que Rusia respondió anexionándose Crimea. Desde entonces aquel cierre en falso de hace un cuarto de siglo se dirime militarmente. El ejercito ucraniano que en 2014 era una birria fue armado y financiado intensamente por la OTAN desde entonces con el objetivo de batir a Rusia, recuperar Crimea e imponer con forceps una narrativa nacional antirrusa a la mayoría de la población ucraniana rusoparlante que no estaba de acuerdo con ella y que dio lugar a una guerra civil en el Este del país a partir del verano de 2014. Todo esto es una historia larga y compleja, repleta de sombras en ambos bandos. En su lugar lo que nos explican es un guion infantil de Hollywood: en Rusia hay un zar malo que quiere recrear la URSS a costa de la “Europa de los valores”, “democracia contra autocracia” y otros cuentos. Es lo que suele ocurrir en las guerras y en los pulsos entre potencias que éstas presentan como historias de buenos y malos.
Continuar leyendo ««La Unión Europea ha errado el cálculo tanto o más que Putin»»(Una entrevista de Anna Balcells para Avui-Punt Diari)

La invasión de Ucrania es el último capítulo en el pulso que libran la Rusia postsoviética y Occidente. ¿Cuál es el origen de esta guerra? ¿Hasta dónde tenemos que remontarnos para entender como hemos llegado hasta aquí?
-Hemos llegado por tres motivos. Uno es el cierre en falso de la guerra fría. El incumplimiento de los acuerdos, verbales y escritos que la concluyeron dio lugar a una seguridad europea, primero sin Rusia y luego contra Rusia. Impedir un poder europeo autónomo en el mundo, era y es una prioridad básica de Washington. La tensión con Rusia es la solución.
En segundo lugar, los propios fracasos de la frustrada democratización soviética. Los espectáculos de la élite rusa por ser propietaria de lo que antes solo administraba, sus tres golpes de estado, y su gran desfalco del patrimonio nacional, contribuyeron a incrementar el deseo de antiguos súbditos de Moscú por convertirse en vasallos de Estados Unidos vía ampliación de la OTAN. A la promesa de la “democratización del socialismo” de Gorbachov, siguió la realidad de una restauración autocrática de Yeltsin y Putin. Desde ese cuadro la integración subordinada de las ex repúblicas soviéticas con Moscú no es muy atractiva para ellas y muchas prefieren ser vasallos de la Unión Europea y de Estados Unidos.
En tercer lugar, la implosión regional del nacionalismo ucraniano. La narrativa antirusa de las regiones del oeste y el centro, no funcionaba en el este y chirriaban en el sur. El pluralismo en Ucrania pasaba por mantener un equilibrio entre regiones. En 2014 un sector apoyado por Occidente lo rompió y convirtió tensiones en conflicto armado en el Donbas, secesión en Crimea y descontento en muchos otros lugares de Ucrania. El régimen ruso lo aprovechó para poner distancia con la OTAN y consolidarse ahora con una corta guerra victoriosa que neutralice los diversos descontentos internos en Rusia. Por su parte, Estados Unidos y la OTAN se gastaron miles de millones de dólares en modernizar y armar al ejército ucraniano y formar a 80.000 de sus soldados, entre 2015 y 2020. Así que los preparativos venían de lejos y en palabras del secretario general de la OTAN, “han tenido un impacto significativo” en la actual campaña.
Continuar leyendo «“Esta guerra podría haberse evitado”«Una entrevista de Pasos a la Izquierda sobre el conflicto de Ucrania
En la guerra de Ucrania no hay bando sin responsabilidad, dice Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona, 1956) en esta entrevista. Poch-de-Feliu fue 35 años corresponsal internacional en Eurasia, el grueso de ellos en Moscú y Pekín para La Vanguardia. Ha sido profesor asociado de la UPF de Barcelona y de la UNED. Actualmente mantiene un blog semanal dedicado a temas internacionales ( rafaelpoch.com ) y acaba de publicar en Contexto un librito titulado “La Invasión de Ucrania”.
Continuar leyendo «“En esta guerra no hay parte inocente, aunque puede discutirse el nivel de responsabilidad de cada cual”»(Una entrevista de Pablo Iglesias, 1/04/2022)

Rafael Poch en una entrevista en La Casa Encendida
Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona, 1956) es una de las voces que más rigor y seriedad ofrece para hablar, en España, de la guerra en Ucrania. Autor de varios libros sobre Rusia y China, ha sido profesor de Relaciones Internacionales en la Universitat Pompeu Fabra y en la UNED y fue, durante más de tres décadas, corresponsal de La Vanguardia en Moscú, Pekín y Berlín. Acaba de publicar en la colección “¡Movilizaos!” de la editorial de CTXT La invasión de Ucrania, una recopilación de textos suyos de los últimos ocho años que representan un mapa de urgencia para orientarse y entender las claves del conflicto. Navegando en un mar de basura informativa, periodismo de tertulia y propaganda, el libro de Poch es un bote salvavidas de decencia intelectual e información. Devoro sus 90 páginas en dos viajes de ida y vuelta de Galapagar a Madrid armado con un rotulador y un bolígrafo. Anoto y subrayo el texto sin compasión para preparar los programas de La Base que dedicamos a la invasión rusa de Ucrania y, finalmente, propongo al autor entrevistarle sobre su libro, pidiéndole que explique algunos párrafos que he subrayado con más agresividad de la cuenta. Allá vamos.
La Rusia de Weimar y la geopolítica
-«Esta Rusia de Weimar nunca habría llegado aquí sin su Versalles. ¿Repetirá Occidente el error intervencionista cuando llegue la quiebra del régimen de Putin?«
La primera parte no precisa explicación: todo el mundo entiende que el cierre en falso de la Guerra Fría, y la estafa que siguió a la histórica retirada imperial de la URSS, contribuyeron al actual estado de ánimo de la sociedad y de los dirigentes rusos.
Sobre lo segundo: mi impresión es que la guerra solo puede tener dos resultados para Rusia: 1- malo y 2- muy malo. Si eso es así la hipótesis de una quiebra de régimen en Rusia, a corto, medio o largo plazo, es bien plausible. En 1905, comenzó la quiebra del zarismo con un humillante desastre militar ante Japón. Por muy hábiles que sean los dirigentes rusos en la administración de las sanciones occidentales –y la política del Banco Central de Rusia no podemos calificarla de “hábil”– sus efectos serán devastadores para la sociedad rusa. ¿Cual será su reacción? No está claro que la actual caricaturización de la invasión imperial de Ucrania como una “II Guerra Patria”, una especie de apostilla a la II Guerra Mundial, funcione hoy en Rusia para que la ciudadanía se sacrifique en el altar de la “seguridad nacional” y las “amenazas existenciales” contra Rusia. No estamos ante la sociedad de aquella URSS de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, dispuesta a sacrificios extraordinarios. Menos aún sobre un guion deficiente. De ahí, mi pregunta sobre el “intervencionismo” exterior si se produce una quiebra. ¿Intentará Occidente poner a los suyos en Moscú, como hizo en Ucrania en 2014? Históricamente, el intervencionismo extranjero en un país como Rusia ha sido desastroso. Sería extremadamente peligroso.
Para China, Taiwán es su Ucrania. Saben que si Rusia se rompe los dientes allí aumentará su propia debilidad.
Continuar leyendo «“Esta guerra es una pérdida de tiempo en un siglo en el que no nos podemos permitir el lujo de perderlo”»Una entrevista del semanario Brecha de Uruguay con el sociólogo ucraniano Volodymyr Ishchenko. (24 de marzo de 2022)
Por Francisco Claramunt
Volodymyr Ishchenko es doctor en Sociología por la Universidad Nacional Tarás Shevchenko de Kiev e investigador asociado del Instituto de Estudios sobre Europa Oriental de la Universidad Libre de Berlín. Su trabajo se ha centrado en el estudio de la sociedad civil, las protestas y los movimientos sociales de Ucrania y la región. Es autor de varios artículos académicos sobre la política ucraniana contemporánea, el levantamiento de Euromaidán y la guerra en el Donbás. Ha publicado en Post-Soviet Affairs, New Left Review, entre otras revistas especializadas, y ha colaborado con The Guardian Al Jazeera y Jacobin, entre otros medios internacionales. Actualmente está trabajando en la obra colectiva El levantamiento de Maidan: movilización, radicalización y revolución en Ucrania, 2013-2014.
—Fuera de Ucrania y de Rusia, existe un debate en la izquierda y sus intelectuales acerca de cuál debe ser la postura ante esta guerra. Algunas voces, como la de Noam Chomsky (véase en este número «Abrir la puerta de salida»), favorecen una salida negociada a la invasión y defienden esta búsqueda de un compromiso diplomático como el único enfoque sensato desde un punto de vista progresista. Otros, como por ejemplo Étienne Balibar (véase en este número «Sobre la guerra europea»), reclaman que la izquierda internacional dé todo su apoyo a la resistencia ucraniana y, al menos de momento, deje otras consideraciones de lado o en un lugar secundario. ¿Cómo ve usted este debate?
—Mi opinión es que la prioridad por sobre todas las cosas debe ser salvar las vidas ucranianas, las ciudades ucranianas, la economía ucraniana. Mientras más pronto consigas un acuerdo de paz, más vidas salvarás, menos ciudades serán destruidas y menos dañada resultará la economía. Si la guerra tiende a prolongarse, si ya no se trata de parar la invasión rusa, sino de, por ejemplo, lograr la caída de Putin cueste lo que cueste –lo que puede no ser un objetivo accesible–, significará transformar Ucrania en Afganistán. Un lugar donde una guerra eterna se sucede por años sin pausa, con un Estado fallido, con la economía retornando a un estado premoderno, con la industria completamente destruida y millones de refugiados que no pueden volver a su hogar por años [véase «Noticias de Moscú»]. Y este escenario, honestamente, sería solo el segundo peor para Ucrania si esta guerra llegara a degenerar en un conflicto nuclear. Claramente, no deseo esto para mí país.
Continuar leyendo «“Esta guerra no era inevitable”»